FUERA DE FOCO | 16 de julio 2015 |
Josie Cáceres
Resumen
Este trabajo tiene como objetivo relacionar el movimiento, la vivencia, y el contenido simbólico y emotivo presentes en la danza y el cine, para proponer una investigación para la creación de metáforas corporales como herramienta fundamental que faculte establecer el cuerpo como un lugar creativo, vital y transgresor.
Abstract
This paper aims to relate the movement, the experience, and the symbolic and emotional content that are present in dance and film, in order to propose a research to create body metaphors as a fundamental tool that empowers the body as a place creative, vital and transgressive.
En este pequeño texto y con apoyo en la danza como disciplina que conozco y practico, intento reflexionar sobre la vinculación del cuerpo y el cine. El objetivo es relacionar movimiento, participación, contenido simbólico y emotivo presentes en diferentes disciplinas artísticas como la danza y el cine, para proponer una investigación para la creación de metáforas corporales como herramienta fundamental que faculte establecer un diálogo, que al situarse en zonas transdisciplinares permita no solo reproducir y ejecutar determinadas conductas aceptadas como comportamiento corporal sino que sea una herramienta creativa y vital para la transgresión de las fronteras hegemónicas, y permitir la intervención del cuerpo en distintas esferas para aportar más allá de las consideraciones ilustrativas, dramáticas y representativas habituales.
Al recapacitar sobre determinadas características que se constituyen dentro del medio dancístico, el cuerpo que danza está supeditado a las condiciones sociales y culturales particulares de su historia. Cuerpo, que las artes escénicas, en primera instancia, sitúan en una categoría de obediencia y sometimiento frente a la razón que demandan los campos de acción establecidos y aceptados para su reconocimiento. El cuerpo es resultado del proyecto de dominación claramente expresado y empoderado en la Modernidad, aun presente en este siglo. Estrategias de poder que se muestran en tanto posibilidad de una elaboración discursiva bajo un régimen cuyo principal ingrediente favorece la validez de un cuerpo resultante de construcciones narrativas o relatos. Además, procura que estos discursos convaliden los efectos del dictamen de la representación. Cuerpo -artefacto que disciplinado, adiestrado, ordenado y de mero provecho funcional, que genera resultados descriptivos, alejándolo de cualquier posibilidad de visualización o entendimiento como constructor de conceptos “encarnados” y lo habilita en definitiva, como un cuerpo vacío de discurso.
A pesar de que el cine otorga al cuerpo la posibilidad de habitar un territorio visual novedoso, intangible, que se construye desde la fragmentación, desde encuadres otros, desde un relacionamiento particular y nuevo con el espacio, no se escapa de las influencias que el pensamiento hegemónico occidental desplegó como canon y posibilidad para los constructos aceptados en el desarrollo de actividades donde estuviese participando de manera medular. Constructos que obedecen a una licencia otorgada al cuerpo que lo instala como elemento obediente en servicio de la cámara y la construcción de narrativas cinematográficas a partir del guión y niega la posibilidad de una comprensión más holística que lo posicionen como generador de metáforas de pensamiento y como un posible detonante de flujo de imágenes que propician otras acciones comunicativas.
Mi participación como docente en INCINE en una asignatura cuyo objetivo es la sensibilización del estudiante en su relación corporal/perceptiva y subjetiva, y por fuera del ámbito disciplinario formativo de la danza, me permite observar y encontrar otras miradas respecto al cuerpo como herramienta valiosa, lúdica y necesaria para aportar al cine. Estas miradas se construyen a partir de referentes y cualidades coreográficas que establecen cuerpos en cámara, pero separan la danza como lenguaje específico artístico. Es decir, se crea la idea de coreografía como una relación del cuerpo y su presencia como material vivo para investigar, experimentar y provocar que el cuerpo se relacione como un concepto de organización de “estados” en el tiempo de acción, que toma el movimiento como algo más que un despliegue técnico.
El cine local debe convocar al diálogo entre las distintas narrativas presentes en su construcción discursiva y plantear modos innovadores, a la vez que particulares, desde donde se adquiera una mirada crítica sobre su marco disciplinario. El cine debe sugerir actos de desobediencia y desorden que permitan abrir a otra sensibilidad, que faculten salir de esa estructura que lo contiene y lo convierte en inamovible bajo una discursividad de orden general y hegemónico relacionado a la representación habitual esperada en un cuerpo. El cine debe explorar esos estados del cuerpo que al transgredir permitan surgir las posibles “metáforas corporales” planteadas por Lakoff y Johnson. 1 George Lakoff y Mark Johnson, Metaphors we live by (London: University of Chicago Press, 2003)
Hay que inaugurar una idea donde el “cuerpo en el cine” se pueda construir desde lo transdisciplinar, y no desde lo aislado o individual, para estructurar y favorecer su participación a partir de la búsqueda y valoración de los estados corporales posibles que pueden emergen en un tejido cinematográfico, donde el cuerpo sea un componente más dentro de un territorio de experimentación y creación de subjetividades. El hecho de considerar al cuerpo como herramienta de sentidos es, en realidad, la puerta que permite reflexionar sobre la idea de lo que es y lo que hace el cuerpo en el arte, un “flujo de estados” como menciona Merleau Ponty. Es decir, el cuerpo adquiere un protagonismo en tanto generador de sensaciones y como articulador de narrativas corporizadas y vivas. El cuerpo es un organizador de experiencias que aporta al levantamiento de argumentaciones interesantes en el cine, más allá de la mera y clásica necesidad de construir una representación en el discurso corporal o el dibujo de imágenes sobre un espejo para que el cine de alguna manera pueda escapar de los propios constructos del “encuadre” y ofrecer otras posibilidades de análisis donde sus conceptos puedan plasmarse por fuera de los límites narrativos y de representación. Pensar el cuerpo como posibilidad de “presencia”, como puerta de relación con el mundo.
Esta perspectiva toma en cuenta lo anatómico, funcional y perceptivo como elementos analizados en relación a valores como conciencia, vivencia y cultura, para su mejor comprensión y aprovechamiento, y da cuenta de su inseparabilidad en tanto ser-cuerpo. Esta tesis “fenomenológica” fue desarrollada por Husserl y posteriormente fue Merleau Ponty, quien lo incorporó a sus estudios del cuerpo para facultar la posibilidad de relación entre sujeto y objeto de conocimiento, valorando la importancia de la percepción en procesos de participación corporal. Es decir, comisionar al cuerpo como lugar de creación de entendimiento “encarnado” como posibilidad creativa para la invención de identidades, de particularidades, y no solo como sitio de inscripción. uerpo y presencia como negociación entre conocimiento y técnica corporal, considerando que habitualmente se concibe el hecho de danzar y de habitar un cuerpo como un medio de despliegue técnico. La idea de “presencia” es un concepto que no amarra o fija, todo lo contrario, es la entrada de información de otros campos sobre el que se negocia la idea de cuerpo bajo la mirada descentralizada y fluida.
Jean Luc Nancy dice “el arte y el cuerpo no son ajenos al mundo cotidiano.” 2 Jean-Luc Nancy, “La danza es una intensificación del cuerpo”, en Teorías de la danza, ‹https://teoriadeladanza.wordpress.com/2012/04/23/la-danza-es-una-intensificacion-del-cuerpo-jean-luc-nancy/?utm_content=buffer6b2ec&utm_medium=social&utm_source=facebook.com&utm_campaign=buffer› Justamente el arte (en este caso el cine y el cineasta), debe proponer alternativas que busquen relacionarse con otras sensibilidades a partir de propuestas que validen al cuerpo como forma cognitiva, que codifique experiencias y establezca signos que estimen la kinesis -cinética como mecanismo para organizar, concebir y transmitir dichos modos particulares de conocimiento. Para ello se necesita de una construcción identitaria y de un criterio que acepte universos particulares donde desarrollar su poética. El cuerpo en el cine propone una posibilidad para generar alianzas narrativas ligadas a un desempeño escénico, que favorezca la construcción y visibilización de cuerpos vivos que respondan a necesidades propias del cine. Cuerpos sensibles y emocionados, más indeterminados diría yo según las normas establecidas y avaladas como correctas, cuerpos que sugieren de menos a más, que se dejan ver, que aquietan su necesidad imparable de kinesis como respuesta a la necesidad imperante de ocupar en espacio artístico determinado que avalar su actividad.
El trabajo de sensibilización y movimentación a partir de una técnica desarrollada en la danza aportaría al cine en tanto manejo espacial, presencia, coordinación y como generador de un diálogo emotivo y sensible entre actores y su relación con la cámara. En las últimas décadas, la danza está preocupada en investigar sobre los modos de creación que relacione su actividad con preguntas al respecto de la corporalidad “encarnada” y los modos de conocimiento propios desde el cuerpo. Construcciones que se apoyan en la participación transdisciplinaria para la construcción de cuerpos escénicos, y en una conceptualización de sus herramientas de movimiento para crear relecturas a los decires del cuerpo. Además, la danza está preocupada más en la idea de organización de dichos elementos en el tiempo y espacio que en una articulación ordenada de movimientos. Creo en esos cuerpos vivos, que se la juegan en ese marco cinematográfico, que reptan sobre él, se desdibujan y proponen otras miradas.
Me gusta pensar en el cuerpo que se construye en diálogo inclusivo con disciplinas sociales y artísticas. Cuerpos permeables que transitan en libertad, cruzan fronteras y tejen sentidos, por lo tanto, ponen de manifiesto los decires del cuerpo, como construcciones sustentables en procesos cognitivos, y así lo validan como generador de estados vivos o ‘in –corporizados’ o desde el término anglosajón más conocido de “embodiment3”. Embodiment: “entendiéndola como una dimensión constitutiva de toda práctica socio cultural por lo tanto de integración problemática general y especifica. Embodiment ( cor- po- rización) como una perspectiva teórica- metodológica en la cual la corporalidad es abordada como sustrato existencial de la cultura” Tomas Csordas en Mauro Greco, Pensamientos en-carnados y emociones corpo-rizadas, ‹http://www.antropologiadelasubjetividad.com/images/trabajos/mauro_greco.pdf› Sobre ello, hay varios teóricos e investigadores que estudian la facultad que todo cuerpo posee para producir conocimiento y construyen conceptos al respecto. Entre estos teóricos está Christine Greiner4 Christine Greiner, Por uma teoria do corpomídia ou a questão epistemológica do corpo, ‹http://artesescenicas.uclm.es/archivos_subidos/textos/237/Christine%20Greiner%20y%20Helena%20Katz.%20Por%20uma%20teoria%20do%20corpomidia.pdf› quien sostiene que el cuerpo es un medio propio desde donde se puede desarrollar una teoría particular para entender y estudiar las manifestaciones que emergen desde sí mismo. Greiner plantea que dichas manifestaciones corporales son las que construyen el universo simbólico de cualquier representación de lo real.
¿Por qué el cuerpo en el cine debe subyugarse al lenguaje y a los objetos y no subvertir este canon? He observado que un cuerpo inhabitado de contenido simbólico y sensible responde de alguna manera a un vacío generado por la ausencia de propuestas que se develan en el cuerpo mismo, resultados de su historia, cultura y entorno específicos. Cuerpos que carecen de elementos de contención que le permitan movimentarse a partir de ingredientes propios del cuerpo desde el pensar, sentir, emocionar y habitar su estado de “presencia”. Los cuerpos en el cine pueden llegar a presentar lecturas sostenidas en otros elementos de construcción de esta disciplina pero lejanos de las necesidades de enunciación corporal necesarias. Si el cine se apoyaría en el cuerpo, como elemento de construcción y apoyo a la narrativa, su contenido y relacionamiento en cámara serían conceptos más permeables, heterogéneos y de sensibilidades “encarnadas” las que participarían dando mayor posibilidad de voz propia, y permitiría compartir con el cuerpo en busca de lograr la obtención de nuevas maneras de visibilizar subjetividades. Esto para hallar materiales particulares que arrojen respuestas al vacío palpable en los cuerpos que participan en el cine.
Creo que es inevitable que los cuerpos que se visibilizan a través de la pantalla respondan a necesidades generadas en los espacios de poder del cine y por las condiciones particulares de producción. Al reconocer la excesiva velocidad operante en la industria cinematográfica, la idea del aquietamiento es una posibilidad de apropiación de un material particular. Es necesario construir recorridos propios, desde nuestras necesidades y creaciones, donde se abrace los resultados de las diferencias palpables en procesos de apertura, investigación, experimentación. La idea del error podría construir vías experimentales interesantes que expandan sus posibilidades creativas y generativas en el cine local en la actualidad.
Bibliografía